“El arte
cambia, como la cultura y la sociedad. Los artistas son hijos de su tiempo, sus
lenguajes y expresiones están en vínculo permanente con su realidad local y
global”.
El Jurado de la 27ava Bienal
Nacional de Artes Visuales, integrado por Chus Martínez, Quisqueya Henríquez y Bingene
Armenteros, difundió un comunicado en el cual defiende su decisión en la
selección y premiación del certamen por entender que las 186 obras seleccionadas
hacen un excelente ejercicio de investigación, y representación del entorno en
el que se desarrollan y conviven estos artistas.
En el documento, el Jurado
considera que en esta edición los artistas dominicanos y extranjeros residentes
en el país plasmaron sus ideas con mucha calidad. “Si bien las categorías
históricas tuvieron propuestas interesantes, también muchos artistas optaron
por presentar su trabajo utilizando otras prácticas artísticas como
instalación, performance y multimedia, nacidas casi todas a principios del
siglo XX”.
Explican que en esta bienal,
dedicada a Domingo Liz, pintor, dibujante, escultor y gran artista dominicano,
se seleccionaron obras en todos los renglones participantes.
Añaden: “Si bien,
las categorías históricas que se aplican para organizar las obras enviadas
siguen en pie, se intuye también un deseo creciente por parte de los artistas
de romper las formas clasificatorias y explorar espacios entre lenguajes y
géneros, aspecto que el jurado tomó en cuenta en el proceso de premiación”.
Entienden que el no premiar
algunos renglones no es estar en contra de estos, es una invitación a que los
artistas experimenten más con los medios tradicionales. El contexto
artístico dominicano tiene grandes artistas en todos los géneros y disciplinas,
lo que se manifiesta en diversos eventos artísticos, como exhibiciones en
galerías y museos, ferias de arte internacionales, el Concurso Eduardo León Jimenes,
entre otros.
En cuanto a las denuncias sobre
el carácter no inédito del performance de Joiri Minaya, artista joven, pero de
gran madurez artística, Martínez, Henríquez y Armenteros afirman que “tras
nuestra investigación concluimos que la obra ‘Satisfecha’ no ha sido presentada
con anterioridad como lo demuestran cartas escritas por la institución donde
algunas personas aseguran ha sido expuesta esta obra”.
Al definir la artista y su
obra, aseveran: “La osadía de su trabajo reside en una simplicidad al servicio
de una intención estética y política ambiciosa. Su obra denota sensibilidad,
firmeza, capacidad de entender el contexto desde el que trabaja y, a la vez,
capacidad de responder a él con un lenguaje tan complejo y difícil de adaptar a
contextos institucionales tradicionales. El premio fue otorgado por
unanimidad”.
En el caso de Ariadna Canaán,
quien ha sido objeto de múltiples ataques por usar la obra de Lara Almarcegui
como referencia en “La casa perdida”, manifiestan que “rendir tributo a un
artista, aprender de otro, no es un plagio sino la constatación que,
efectivamente, aprendemos solo si somos capaces de incorporar las enseñanzas de
otros”.
Continúan: “Lara Almarcegui,
en persona, lamenta profundamente este ataque injustificado a una artista que
repite un gesto formal, creando una escultura, que hoy en el contexto de esta
bienal es inédita y distinta a la suya pero que se suma a una larga genealogía
de trabajos que parten de Smithson y Matta-Clark”.
Señalan que el arte
contemporáneo se caracteriza por su capacidad de contemplar diversos lenguajes
y medios, por su respeto a la tradición y la necesidad de dialogar con ella de
múltiples formas. “Cierto, esta bienal está dedicada al gran artista Domingo
Liz y al conversar con su familia, estamos seguras que él hubiese respetado y,
porque no, admirado el veredicto. Compartimos esta opinión por el
carácter experimental que tiene la obra de este artista a través de los años”.
Agregan que el arte
contemporáneo es plural, quienes lo nieguen o no quieran verlo están negando a
toda una comunidad de artistas, rica, inquieta, llena de talento. Una comunidad
que se ve en continuación a su historia y a la historia de una bienal cada vez
más abierta, abierta incluso a aquellos artistas de formación autodidacta y
capaz de ser la sede que recoge y premió, no solo a un medio, sino al arte y a
todos los lenguajes que hoy en la República Dominicana e internacionalmente lo
nutren.
El texto concluye: “Desacreditar
al jurado es poner seriamente en riesgo la relación de profesionalidad que ha
existido entre la institución pública, abierta y respetuosa de las decisiones y
los artistas. Desacreditar a un jurado riguroso, profesional y con un deseo de
servir a los artistas es lo contrario de disentir democráticamente. Ampararse
en formalidades para no querer aceptar que la comunidad artística es más que un
medio, que los distintos medios viven y deben permanecer en diálogo, por su
bien y el del público general, es negarse a ver un contexto rico, preparado
para aceptar retos”.